viernes, 20 de julio de 2012

Despedida y cierre

Hoy es la última actividad del Vives. La última residente lo ha abandonado esta madrugada. Ha llegado el momento de cerrarlo. Como el resto de los que vivimos y trabajamos en él no he acabado de dar crédito al hecho del cierre hasta que ha llegado el momento. En mi caso, y pienso que en el de otros, ello se debe en gran medida a que, como hemos manifestado verbalmente y por escrito, no nos ha parecido una decisión razonable. 
No me han convencido las variables motivaciones que se han dado para justificarlo. La decisión original, que ya era curiosa, buscaba traer a este viejo caserón los despachos de una facultad mientras en ella se hacían obras. Sólo cuando se abandonó ese proyecto, comenzó a hablarse de problemas de estructura que, después, quedaron demostrados por los informes encargados. 


Tampoco he entendido muy bien el alcance del cierre. Tan lejos como el pasado 7 de junio, “fuentes del equipo rectoral” continuaban manifestando a Las provincias que “el curso que viene el colegio mantendrá cierta actividad de ámbito cultural, como pueden ser actos o exposiciones en el Auditorio Montaner”. La semana pasada, sin embargo, hemos sabido que también el Auditori quedará cerrado. Su intensa actividad, recopilada estos días en nuestro perfil de Facebook, no le ha salvado de correr la misma suerte que el resto del edificio, a pesar de que fue restaurado hace menos de quince años.


Las formas, en fin, tampoco han sido afortunadas. No era necesario, por supuesto, que el cierre tuviera la misma solemnidad que tuvo su inauguración, el 9 de octubre de 1954, a la altura de la de los pantanos de aquella época, con Obispo y Jefe del Estado incluidos. Pero tampoco el silencio que lo ha rodeado. Entre lo de 1954 y lo del 2012 hay términos medios que hubieran incluido, a mi juicio, el cumplimiento de las previsiones de los Estatutos y, por qué no, rendir un tributo formal a una institución por la que han pasado cientos de personas que, en su mayor parte, guardan un recuerdo imborrable de su estancia en ella. 


Todo esto me resultaría indiferente si en este momento pudiera despedirme simplemente con un “hasta luego”, en la certeza de que, pasado un tiempo, el Vives reabriría sus puertas para seguir cumpliendo sus mismas funciones. Queda, sin embargo, poco espacio para la esperanza. Pese a todos los eufemismos que he oído en los últimos dieciocho meses, cierra probablemente de forma definitiva. No existe un proyecto de actuación inmediata. Se confía, según las indicadas fuentes, en una actuación “a medio plazo” mediante la “colaboración público-privada”: o sea que, después de un cierre que no será de meses y durante el que se incrementará exponencialmente el deterioro de las instalaciones, el edificio sólo podrá reabrirse mediante la completa privatización de su gestión. Sobran las palabras: los que han vivido en el Colegio y los que siguen habitualmente nuestra programación saben que, en este nuevo horizonte, es difícil que nada vuelva a ser igual. 
Vive ut semper vivas es la divisa del Colegio Mayor. Fiel a ella, el Vives tras su cierre quedará en la memoria de los que hemos vivido y trabajado en él así como en la de los que habéis disfrutado de la generosidad de su oferta cultural, desde el escenario o desde el patio de butacas. Nuestra obligación es mantenerla viva y, en la medida de nuestras posibilidades, reivindicarla por si el destino no nos condujera a un horizonte tan sombrío como el que se vislumbra.


Sólo me resta añadir que para mí ha sido un honor dirigir el Vives durante cinco años y agradeceros vuestras atenciones a todos los que habéis venido haciendo posible su extraordinaria aventura, desde dentro y desde fuera. Nadie nos puede quitar lo bailado, aunque desgraciadamente no se pueda bailar más.

 

José María Goerlich Peset
Director del Colegio Mayor Luis Vives

 

https://www.facebook.com/cmlluisvives

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